Lo que menos importó fue quien ganó el torneo. El objetivo era exactamente otro: que los jóvenes de las diferentes entidades de uno y otro margen de Sant Adrià se conocieran mejor, a través de una actividad deportiva y saludable que fomente los valores del respeto, la cooperación, el esfuerzo y la autoorganización de su tiempo de ocio.
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Por muy repetido que sea, no nos cansaremos de insistir en que esta es una muy buena vía para contribuir al crecimiento personal y emocional de los niños y niñas. El formato fue una liguilla de fútbol 7, por lo que en este caso el protagonismo se lo llevaron los chicos, aunque, alguna chica también se animó a jugar y el resto participaron como seguidores desde de la grada. La idea fue del grupo de jóvenes de Espacio Joven, servicio del Consorcio, que busca justamente eso, promover el protagonismo de los jóvenes en la organización de su tiempo de ocio, para que éste sea educativo y formador. Ellos propusieron a sus educadores organizar un torneo entre los diversos grupos de jóvenes de la villa, y se pusieron manos a la obra. Unas cuantas llamadas, un par de reuniones, un sorteo para decidir el orden de los partidos y presentar la solicitud en el Ayuntamiento para poder disponer del campo de fútbol de la Zona deportiva La Mina que hay en el barrio.
Todos convocados
La convocatoria era para jóvenes de entre 10 y 14 años, el martes día 3 de junio a las 17.30h. Se formaron seis equipos, cada uno con sus colores. Espacio Joven (blanco), solo, trajo tres, dos Barnabitas (azul) y uno los Salesianos Sant Jordi (grupo unión) (amarillo). Cada equipo jugó dos partidos de dos partes de seis minutos cada una, para ajustarse a las dos horas previstas para la duración de la liguilla. No había eliminatoria, ya que el objetivo principal no era ganar o perder, sino jugar el máximo número de partidos posibles con los equipos de los otros grupos de jóvenes. Y, así lo entendieron. La motivación e implicación fue plena, con un muy fair play, respetando a los compañeros ya los miembros de los otros equipos. De hecho, los educadores que hicieron de árbitros tuvieron muy poco trabajo y casi no intervinieron. Y, en el último partido la emoción se hizo sentir por como centrados estuvieron y por los ánimos de la grada.