Carmen Galindo Vizcaino ha recibido, este 2012, el premio Ciutat de Santo Adrià en la categoría Sociedad Activa por su trabajo en favor del barrio de la Mina, junto con la entidad Yalah-solidaris con el Pueblo Saharaui comprometida con la lucha de este pueblo. Ha sido una edición especial de los Premios, para ser el año del Milenario de la ciudad, en la que también se ha reconocido y homenajeado personas que con sus oficios y trabajos contribuyeron al conocimiento de la historia de la ciudad y a su progreso social y económico. En el caso de Carmen Galindo, el alcalde, Jesús M. Canga, destacó su espíritu luchador e infatigable demostrado a lo largo de treinta años de activismo vecinal y que siempre ha puesto al servicio de su barrio, remarcando que “de gente como ella tendría que haber más”. .

 

La historia de esta mujer perseverando y luchadora empieza el agosto de 1946 cuando nació, ahora hace 66 años, a la ciudad almeriense. Se puso a trabajar a la edad de siete años para ayudar a su familia, sin haber podido acabar los estudios, y de los doce a los veinte trabajó al servicio doméstico. A esta edad se casó con Juan García Aguilar, la familia del cual había emigrado a Cataluña cuando él sólo tenía dos años. Así, que ella lo siguió hasta Barcelona. Un golpe aquí fueron a vivir en Can Tunis, en una barraca que la hermana de su marido dejaba para trasladarse a un piso. Ellos vivieron cinco años, de sus seis hijos (cuatro chicas y dos chicos) los tres primeros nacieron en Can Tunis y los otros tres a la Mina. El marido trabajó primero en la compañía Nervión y después a Fecsa. A la cabeza de cuatro años de vivir en Can Tunis empezaron a buscar piso porque no querían que los hijos crecieran en aquel entorno, sintieron, pero, que había la posibilidad de que los adjudicaran un piso por el desahucio de la barraca y se quedaron un año más. A primeros del año 1973 se instalaron en la Mina Nueva, en un sexto piso del número 4 de la calle Quitando, los habían dejado elegir y se estimaron más los pisos altos para tener buenas vistas.

Ama de casa y activista vecinal
Así, pues, hace 39 años que Carmen Galindo vive en el barrio de la Mina. Desde que se casó se ha dedicado a su familia y desde esta posición de ama de casa observadora y conectada con el entorno fue cogiendo la realidad y el rápido deterioro del barrio. Desde los años 80 forma parte del movimiento vecinal, con la complicidad de su marido que siempre le ha puesto las cosas fáciles porque ella pudiera dedicar un montón de horas a trabajar por el barrio. Cuando su hija grande empezó a ir al instituto, a través de personas como Paco Marín -profesor del instituto-, Josep M. Montferrer -maestro de la escuela del barrio-, y Montserrat Pujol -directora de la escuela de adultos dedicada a la alfabetización-, se vinculó a la lucha vecinal, y desde entonces hasta ahora. Hay, también, un par de hechos que la hicieron decidir definitivamente a ponerse en marcha. Por un lado, ser consciente de la carga y las dificultades que podía representar para el futuro de sus hijos ser de la Mina, debido a la estigmatización social que ya tenía el barrio en aquellos años; y por la otra, el hecho puntual de que una persona del propio barrio atracara a una de sus hijas dentro de la Mina mismo.

El diálogo como herramienta de negociación
Han sido incontables reuniones de vecinos, con responsables políticos, debates, negociaciones y acciones reivindicativas para mejorar las condiciones de vida de esta comunidad. Una trayectoria personal junto a otras muchas para dignificar el barrio de la Mina. Se declara defensora del diálogo como herramienta para la negociación y la obtención de mejoras. Por eso se opuso, en su día, a los que defendían el no pago de las cuotas de los pisos como vía de presión, y en cambio se hizo un tip de visitar despachos para mantener reuniones con responsables de la administración y hacerlos llegar el paquete de reivindicaciones. “Históricamente -reflexiona- hemos percibido nuestra realidad desde el aislamiento, por las condiciones físicas que nos separan del centro de la ciudad (el río, la ronda Litoral, y la vía del tren) y por las condiciones sociales debido a la marginación, todo ello ha creado este sentimiento de desafección hacia el resto de la ciudad”. Es por eso que continúa reclamando una mayor relación entre el barrio de la Mina y el resto del municipio de Santo Adrià. Considera que “el gran problema de la Mina ha sido siempre la droga, y todo el que de ella se deriva: el tráfico, la actividad de las mafias, el consumo y la drogodependencia”. Y, añade que “ha condicionado la convivencia vecinal por culpa de problemas como el vandalismo, el incivismo y la suciedad de los espacios comunes y la vía pública”. Confiesa que a lo largo de estos años se ha encontrado con “mucha incomprensión, importantes dificultades de entente y unas cuántas decepciones”. Pero, asegura que el balance es positivo porque, todo y los dolores de cabeza que le ha dado, considera que actualmente, “la Mina es un buen lugar para vivir, con amplias calles, mucha luz, la playa a tocar, y ahora muy muy comunicado; sin olvidar la relación humana y cercana con los vecinos, que hace que nos sentimos parte de una comunidad”.

El día de la entrega del premio, además de una representación de esta comunidad, tuvo a su lado todos los miembros de su familia, de la cual se siendo especialmente orgullosa. La educación y la formación de sus seis hijos ha sido el otro gran dedicación de Carmen Galindo. Siempre tuvo claro que todos tenían que estudiar y acabar los estudios para poder convertirse en las personas seguras, independientes y comprometidas, que son ahora. Según explica satisfecha, estos han seguido las suyas pasas y se han implicado en el servicio a la comunidad. Todos han construido sus propias familias y, hasta el momento, le ya le han dado 11 nietos, de los que también se siendo muy orgullosa.

Consorcio del barrio de la Mina